Fermín la ballena subnáutica matafaros

Natalia de la Villa

Nació del error humano, del brillo aceitoso del petróleo que quiso borrar su cuerpo de barco.

Pero el metal recordó.

Y al recordar, respiró.

Ahora, bajo la piel salada del mar, Fermín nada entre luces que no soporta.

Brama con sonidos de ballena y cólera, buscando faros para devorar.

Cada destello que engulle ilumina por dentro los agujeros de su cuerpo:

constelaciones de venganza que parpadean en su vientre.

Una gaviota le arrancó un ojo, y desde entonces solo ve el reflejo del daño.

Tiene tres aletas y una furia que lo sostiene.

No ama la tecnología: la teme porque le recuerda el hierro que lo hizo.

En su universo hay agua, destellos rotos y un rumor de peces que huyen.

Él, metálico y vivo, flota entre ruinas luminosas, repitiendo sin voz:

“Muerte a los faros.”